viernes, 10 de enero de 2014

Caso Tamayo desempolva vieja batalla ganada por México ante EE.UU.

QuéPasaColima.- A sólo trece días de que sea ejecutado el mexicano Edgar Tamayo, la ratificación de la sentencia de muerte por el gobernador de Texas, Rick Perry, ha evidenciado al menos tres fallas en el sistema judicial estadounidense: 1) la violación al artículo 36 de la Convención de Viena a la que están sujetos México y su vecino del norte, 2) las irregularidades en el montaje de procesos judiciales contra extranjeros en ese país, y 3) la selectividad en la aplicación de la justicia contra minorías.

Por si fuera poco, la posible muerte de Tamayo a manos del sistema de justicia texano pone de relieve las omisiones que el gobierno estadounidense estaría obligado a atacar, luego de la victoria obtenida por la Secretaria de Relaciones Exteriores (SRE) en contra del gobierno estadounidense desde el 2004 ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre el caso de 50 mexicanos sentenciados a muerte.

En entrevista, el académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista en relaciones internacionales Pedro Medina Rodríguez, aseguró que la administración encabezada por Barak Obama ha desviado su obligación de hacer cumplir la resolución de la CIJ.

Dicha resolución exigiría “no condonarles la pena de muerte”, sino “acatar las medidas cautelares” que llevarían a la anulación del juicio por el que Tamayo se encuentra en el corredor de la muerte:

“Esa medida que hoy se han negado a cumplir es la misma por la que la administración de Felipe Calderón estuvo obligado a liberar a Florence Cassez. Entonces, ¿a qué panorama nos enfrentamos?

“Primero y lo más evidente, la resolución no exime a Edgar del probable delito que cometió. Segundo, que en efecto hubo inconsistencias en su juicio, como el hecho de que no se le notificó al consulado mexicano sobre su retención. Tercero, que Estados Unidosse ha negado a revisar el caso y nulificar el juicio”, expuso Medina Rodríguez.

La argumentación mexicana

El dictamen de la CIJ con el cual se puso en marcha lo que se ha llamado “caso Avena” tuvo lugar el 31 de marzo del 2004. Ésta corte resolvió, con base en el derecho internacional, una controversia sobre la aplicación y la interpretación de la Convención de Viena Sobre Relaciones Consulares de 1963, medida que fue aplicada en plena Guerra Fría y luego ratificada por los gobiernos de EE.UU. y México.

De esta resolución depende no sólo la “igualdad soberana de los Estados, al mantenimiento de la paz y de la seguridad internacionales y al fomento de las relaciones de amistad entre las naciones”, como reza dicho documento, sino también la suerte de cientos de mexicanos arrestados en el país del norte, que a menudo no reciben protección consular e incluso se les niega el conocimiento de sus derechos primarios, como recientemente dio a conocer un comunicado de Amnistía Internacional (AI).

De acuerdo con el artículo 36, inciso B, de la Convención de Viena, en caso de detener a un extranjero en su territorio los Estados firmantes están obligados a: 1) avisar “sin dilación” al consulado que tienen a un ciudadano suyo retenido; 2) amparados en la Ley Miranda, dichos Estados además están sujetos tanto a informarle al detenido en su idioma sobre los cargos y derechos por los cuales se le arresta, como a hablarle a su consulado para recibir defensa legal.

Ésta dice literalmente: “las autoridades competentes del Estado receptor deberán informar sin retraso alguno a la oficina consular competente en ese Estado cuando, en su circunscripción, un nacional del Estado que envía sea arrestado de cualquier forma, detenido o puesto en prisión preventiva.

”Cualquier comunicación dirigida a la oficina consular por la persona arrestada, detenida o puesta en prisión preventiva, le será asimismo trasmitida sin demora por dichas autoridades, las cuales habrán de informar sin dilación a la persona interesada acerca de los derechos que se le reconocen en este apartado”.

Al respecto, el profesor Medina Rodríguez aseguró que, hasta antes del 2001, varios mexicanos cuyos juicios pudieron haber sido aplazados o recomenzados, desconocían su derecho a ser juzgados de la manera correcta. De hecho, las misiones diplomáticas hasta entonces se habían enfocado a los pronunciamientos políticos.

Aquel año representó un paradigma para el desarrollo posterior del “caso Avena”, al darse a conocer, a tres meses de llevarse a cabo, la sentencia de ejecución contra el ciudadano mexicano Gerardo Valdés Matos. Éste, durante los once años que permaneció encerrado, no recibió ningún tipo de asesoría legal por parte del Estado mexicano al no avisársele esta garantía. Las presiones diplomáticas lograron que fuera conmutada la pena.

Tiempo después, las ejecuciones se reanudaron. En el estado de Texas el próximo en la lista del corredor de la muerte fue Javier Suárez Medina, por cuyo caso fue presentada en el Congreso de la Haya una reserva para que éste interviniera. “Les pedían la revisión, no el perdón.” A partir de éste caso y otros tres más, surgió el fallo a favor de México por parte de la CIJ.

“El equipo montado por la abogada Sandra Babcock y, en especial, el trabajo de Alonso Gómez Robledo (entonces cónsul en Estados Unidos), tuvo una victoria muy significativa –amparada en el derecho internacional– sobre el gobierno estadounidense. De verdad, no se trata de cualquier cosa, pero la gente no lo sabe. Respecto a la defensa de mexicanos a los que se les imputa pena de muerte, en especial, los de Estados Unidos, creo que el equipo hizo un muy buen papel… el problema vino después”, afirmó Medina.

¿Si el papel del Estado mexicano en la defensa de estos mexicanos ha sido correcta, entonces por qué Edgar está en el pabellón, a punto de ser ejecutado?

Pedro Medina Rodríguez Sin duda intervienen varios factores. Pero creo que el más importante ha sido que al gobierno estadounidense no le ha interesado acatar la resolución de la Comisión Interamericana. Otro es que el gobierno local [en Texas] está encabezado por un republicano, ¿tú crees que les interesa reanudar el juicio contra un mexicano acusado de asesinar a un policía? Lamentablemente ellos sólo le están respondiendo a su electorado y a la opinión pública, que es muy fuerte.

La politización de la muerte en Texas

De acuerdo con una denuncia recién presentada por el organismo de derechos humanos Amnistía Internacional, Estados Unidos es el único país de América que durante el último año llevó a cabo ejecuciones, siendo Texas el estado donde ocurrió la mayoría de ellas, y donde quienes integran minorías étnicas tienen mayor probabilidad de ser sentenciados a  pena de muerte.

Sólo en los doce años que van de la administración del conservador Rick Perry, se ha  ejecutado a más de 250 personas en dicho estado. La ominosa cifra, además, ha sido una de las más altas de la historia de los EE.UU., pues de las 508 ejecuciones desde 1977 –según cifras de Death Penalty Information Center– casi la mitad ha sido con el actual gobernador.

Respecto al incumplimiento de la sentencia amparada en la Convención de Viena, AI también ha remarcado los casos de dos ejecuciones que se llevaron a cabo en años pasados, saltando encima del derecho internacional: la de José Medellín llevada a cabo en 2008 y la de Humberto Leal ocurrida en el 2011.

Una reciente comunicación epistolar entre el gobernador de Morelos, México –estado de donde es oriundo Edgar Tamayo– y Rick Perry, remarcó los sesgos políticos que contiene el tema: el asesinato del agente policíaco en Houston, Guy Gaddis. “No importa de dónde viene. Si usted comete un crimen despreciable de este tipo en Texas, usted está sujeto a nuestras leyes estatales, incluyendo un juicio justo por un jurado y la pena máxima”, escribió Perry a Graco Ramírez.

Los abogados que han llevado la defensa, Sandra Babcock y Maurie Levin, recientemente se pronunciaron conjuntamente sobre el tema, revirando las imputaciones hechas contra el condenado:

“El gobernador Perry tiene toda la razón, alguien que comete un crimen en los Estados Unidos debe ser juzgado con base en las leyes de los Estados Unidos, merece un juicio justo y el ser juzgado por un jurado, y es exactamente lo que estamos pidiendo en el caso de Edgar Tamayo.  La violación de su derecho de pedir la ayuda del consulado mexicano le negó la oportunidad de tener un juicio justo.  El gobernador Perry debería cumplir su promesa de permitir que se revise el caso de Edgar Tamayo para que éste reciba el proceso justo que merece.”


Pese a los argumentos presentados, ayer el gobernador Perry desecho la revisión y ratificó la sentencia de muerte.

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