El PRI se dispone a disputarle en tribunales las gubernaturas
de Aguascalientes y Durango; sus dirigentes nacionales creen que, a diferencia
de Veracruz, tienen muchas posibilidades de reducir la diferencia entre la
derrota y la debacle
QuéPasaColima.- Ricardo Anaya, a quien sus íntimos (y
también sus enemigos) llaman “El Cerillo”, debe empezar a quitar de su rostro y
discurso el tono triunfalista con que ha celebrado la victoria del PAN sobre el
PRI en las pasadas elecciones.
El PRI se dispone a disputarle en tribunales las gubernaturas de
Aguascalientes y Durango; sus dirigentes nacionales creen que, a diferencia de
Veracruz, tienen muchas posibilidades de reducir la diferencia entre la derrota
y la debacle.
En los recuentos, todos los partidos ganan o pierden; en Veracruz
los priistas consiguieron algo así como
85 mil votos contra 110 panistas, pero en las entidades de Carlos Lozano y
Jorge Herrera las cosas pueden ser diferentes.
Pero más allá de la decisión del tribunal electoral sobre
Aguascalientes y Durango, y la verdadera realidad electoral del PRI, un tanto
engañosa por la pérdida de las gubernaturas, está la traición imperdonable para
ciertos perredistas radicales.
Aseguran los “Chuchos” que Anaya no es de confiar; primero pegó
una puñalada en la espalda a Gustavo Madero y ahora a ellos.
Conforme a esto, lo primero que hizo “El Cerillo”, después de
adjudicarse para él solo la victoria electoral, fue reunirse con los dueños del
dinero y comprometerse con ellos a echar para atrás la reforma fiscal, de
inspiración perredista, más que hechura total del secretario de Hacienda, Luis
Videgaray.
“Reforma tóxica”, le llama Anaya a la que promovió el PRD y por la
que recibió, a cambio de sus votos en el Congreso, una gratificación de miles
de millones de pesos para el gobierno del Distrito Federal.
La reforma “tóxica”, promovida por Videgaray tuvo la virtud de
unir a la clase media norteña con la clase empresarial, pero también con la
clerecía, en especial la católica, que no entiende cómo puede pagar impuestos
si ella a su vez estaba acostumbrada a
cobrar diezmos para ofrecer una vita eterna, pero en el más allá y al lado del
creador.
Fuera chistoretes, el compromiso “espontáneo” de “El cerillero”
con los ricos mexicanos para quitarles de encima la reforma “tóxica”
perredista, empieza a poner en riesgo las alianzas futuras del PAN con el PRD;
a algunos jerarcas de lo que queda de lo que fue el gran partido de la
izquierda les preocupa la proclividad del joven queretano a la traición.
Preocupaciones similares borrarán poco a poco la sonrisa de Anaya
porque el triunfo del domingo 5, siendo glamoroso no lo será tanto cuando se
den a conocer los verdaderos números de la elección.
Ya decía, el priismo tiene cierta
esperanza de no perder Durango y Aguascalientes, pero al final de cuentas eso,
siendo mucho, será lo de menos.
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