QuéPasaColima.- No se compra la paz con miles de
millones de pesos. Así no se combate al crimen organizado.
Tampoco con
desplantes propagandísticos para ganarse, como si eso, habida cuenta de la
sumisión de los medios a la “institución presidencial”, le costara a usted
trabajo, las primeras planas de los diarios y los espacios principales de la
radio y la tv.
Tampoco se vence al
narco a plomazos, como lo hizo su antecesor, también adicto a la propaganda,
Felipe Calderón. Decenas de miles de muertos, de desaparecidos, de desplazados
dan constancia de su fracaso.
Tocó a Calderón en
su momento y luego de disfrazarse de general lanzar en Michoacán, con gran
estridencia, su guerra contra el narco. Misma que usted continúa, pero en medio
de un ominoso silencio mediático.
En el espejo de la
pantalla de la tv se vio a Calderón, como salvador de la patria, enarbolando
una bandera que pronto comenzaría a mancharse con la sangre de otros.
Héroe de pacotilla
resultó el tal Calderón, emocionado por los juguetes bélicos, siempre rápido
para criminalizar, con un siniestro “se matan entre ellos”, a las víctimas del
conflicto.
Comandante que
nunca pisó el frente de combate y que, sin empacho y desde sus oficinas
blindadas, mandó a tantos a matar y a morir, en una guerra librada por encargo
de Washington.
Con algunos matices
sigue usted, señor Peña Nieto, los mismos pasos de Calderón y como él —y para
desgracia de Michoacán y del país entero— fracasará también.
Al lanzarse a la
guerra sin siquiera conocer a su enemigo o quizás conociéndolo demasiado bien,
Calderón solo logró que los cárteles escalaran su poder de fuego, incrementaran
su
campaña de
reclutamiento convirtiendo a sus sicarios en combatientes y sometieran todavía
a más presión a la población civil en sus zonas de influencia.
Como elefante en
cristalería actuaron entonces y siguen actuando ahora las fuerzas federales. El
precio del arrebato propagandístico de Calderón se pagó con sangre.
Usted, señor Peña
Nieto, al abrir las llaves del erario y pretender inundar a Michoacán de plata,
sin siquiera detenerse a considerar los escandalosos niveles de corrupción en
todas las esferas de la vida pública, sin haber tocado jamás a los aparatos
financieros del crimen organizado, no hará sino abrirles nuevas fuentes de
ingreso a los capos.
Celebran, me
imagino, Los Templarios y otros cárteles la noticia, las oportunidades de
negocio se abren ante ellos.
¿Quién administrará
ese dinero? ¿Los mismos alcaldes, síndicos, funcionarios que han cerrado los
ojos para no ver a los capos moverse a sus anchas en Michoacán?
¿Quién habrá de garantizar
que esa plata llegue a manos honradas? ¿Qué institución se salva en Michoacán?
¿Qué institución se salva en este país al que este régimen ha hecho pedazos?
Calderón, al que
Washington llamaba “valiente”, se sentía fuerte, poderoso, el salvador de la
patria. Le gustaba fotografiarse subido en aviones y tanquetas, desfilar por
Reforma montado en corcel blanco.
Usted, sabiéndose
poderoso, reconocido por gobiernos y empresas extranjeras como el “gran
reformador”, se siente, además, inmensamente rico.
Como López Portillo
administra anticipadamente, señor Peña Nieto, una abundancia que la población
no ve ni verá por ningún lado.
¿De qué sirve la
nueva calificación crediticia de Moody’s, que tanta euforia produce a sus
funcionarios, cuando el índice de confianza del consumidor muestra una caída
anual de 15.5 por ciento y la carestía, la depreciación del peso, la
desaceleración económica causan estragos en la economía de millones de
familias?
Hace usted cuentas
alegres con dineros que, supuestamente, traerán las empresas extranjeras a las
que solamente interesa su parte del botín.
¿Alcanzará ese
dinero para hacer ofrecimientos similares a Chihuahua, Guerrero, Tamaulipas,
Nuevo León? ¿O dejará entonces de gastar a manos llenas el dinero de los
contribuyentes en su imagen y en la promoción de su gobierno para andar
comprando la paz por la República?
Creo que es momento
de que, parafraseando a Bill Clinton, se pare usted frente al espejo y se diga
“son la corrupción y la impunidad estúpido”. Entenderá entonces que usted, como
Calderón, cuando con bombo y platillo dicen enfrentar al crimen organizado,
solo pelea con su sombra.
Es este régimen,
que usted representa y nosotros padecemos, el mayor obstáculo para la paz, la
justicia y la democracia en esta nuestra patria herida. Ni a plomazos, ni a
billetazos, señor Peña Nieto. Así no, con ustedes en el poder nunca.
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