Preocupante,
negativa a hacer una autocrítica genuina que señale los yerros que sumieron al
partido no sólo en la inefectividad electoral
QuéPasaColima.- Ya en la cuenta regresiva para la
elección de presidente de Acción Nacional, si un síntoma claro de
descomposición presenta ese partido es el acendrado silencio de los escasos
panistas que los mexicanos aún consideran prestigiosos u honorables.
Se conforman con
prestarse para las fotos, para el evento, para los gestos teatrales dirigidos a
los periodistas. Esos que alguna vez fueron líderes “echados para adelante”,
que se distinguieron, en México y en el extranjero, por su voz firme y
demandante, hoy les ha dado por arrinconarse en la comodidad del silencio
sumiso. No opinan, no exigen, no actúan para rescatar a su partido.
Si Carlos Castillo
Peraza afirmaba que “la política no es asunto de reflectores, sino de
reflexión”, ¿dónde están, hoy, las reflexiones, los análisis, las palabras
críticas? Ciertamente, no en las ruedas de prensa ni en las diatribas que se
espetan los candidatos.
Desgraciadamente
para su causa, olvidan que en política no se puede no participar, pues los
vacíos cuentan, y mucho: La inactividad también significa apoyar. En este caso
se apoya la inercia y se lanza el mensaje de que no vale la pena rescatar al
PAN, pues se carece de un esfuerzo serio encaminado a sanearlo. Se dice,
tácitamente también, que se está de acuerdo con las prácticas que hicieron una
ruina de ese proyecto histórico.
En gran parte por
el silencio de esos líderes históricos, quienes integran la cúpula que hoy
controla al PAN se están lanzando lodo sin comprender que así no sólo se mancha
al adversario, sino a su partido en general.
No se trata sólo de
que Ernesto Cordero tenga, hoy, como asesor al extranjero experto en guerra
sucia Aleix Sanmartín, conocido, por su currículo, como ariete en guerras
sucias, desarrolladas en varios países de Latinoamérica.
Lo realmente grave
es un asunto que trasciende a Cordero y que comparten tanto su equipo como el
de Madero: La negativa a hacer una autocrítica genuina que señale los yerros
que sumieron a ese partido no sólo en la inefectividad electoral, sino en algo
mucho más grave: El pantano de la desconfianza ciudadana.
Pareciera que
sufren amnesia colectiva, pues no se hacen cargo de analizar las raíces de esa
corrupción galopante que enterró el prestigio del blanquiazul. Bien harían en
recordar la máxima de que “quien ignora su historia está condenado a
repetirla”. Y en este caso se trata de una historia de derrota y de pérdida de
la esencia y la identidad de su proyecto, una historia que pronto verán
reeditarse de nuevo en las urnas, en los escándalos periodísticos, en las
encuestas y en los tribunales.
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