El
presidente del Consejo de ICA fue enfático el jueves pasado: “Si hubiera
existido el mantenimiento que recomendamos, no hubiera sido necesario parar la
Línea 12 del Metro”.
QuéPasaColima.- El mismo día por la tarde, Enrique
Horcasitas, el cesado director del Proyecto Metro, acudió a la cita en la
Asamblea Legislativa del DF en calidad de ciudadano y leyó una posición sin
aceptar preguntas: “Si tuviera algo que esconder, no estaría atendiendo su
invitación; quiero aclarar que para la construcción de la obra hay dos
contratos: Uno que es para los estudios y análisis necesarios, y, el segundo,
el contrato y prestación de trenes, por lo que no hay relación entre uno y
otro”.
Joel Ortega
convirtió al Metro en arma política contra Marcelo Ebrard Casaubón, sin
importar las consecuencias de retardar mantenimientos ni cancelar el servicio a
usuarios. Un verdadero problema para el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera.
En la Asamblea
Legislativa, Horcasitas aseguró que no participó en la licitación ni
contratación de alguno de los dos proyectos; que éstos se encontraban firmados
cuando él se integró. El presidente de la Comisión Investigadora de la Línea 12
del Metro de la ALDF, el diputado, de Nueva Alianza, Jorge Gaviño Ambriz,
informó que el ex director del Proyecto Metro no quiso comentar ninguna
respuesta de forma verbal. Los diputados entregaron por escrito las preguntas y
en máximo tres días se dará respuesta.
El problema de la Línea 12 se le convirtió en un tema de
tribunales inquisidores gracias al proyecto mediático de Ortega de sacrificar
en plaza pública a Ebrard Casaubón, quien puede ser responsable directo,
indirecto, o no serlo, pero todo apunta a una ejecución política donde poco
importarán los dictámenes técnicos. El jueves, el caso fue a parar a comisiones
especiales en la ALDF y las cámaras
federales harán lo suyo en los próximos días, en donde la nota será de escándalo
político.
El mismo jueves,
Bernardo Quintana dio, en una conferencia de prensa junto con sus socios del
consorcio que llevó la obra de la Línea 12, Cintia Angulo, de Alstom, y Antonio
Gómez, CEO de Infraestructura y Construcción de Carso, su versión de la
situación, en la que, dice, el golpeteo mediático en su contra es tan fuerte
que le pegó al valor de las acciones.
Los ejecutivos
señalan un trasfondo político en la decisión de parar el Metro, que, en
realidad, no tenía nada que ver con cuestiones de seguridad, como se dijo. Las
tres empresas afirmaron que la obra está totalmente documentada y terminada.
Los problemas surgieron en octubre de 2013, cuando no quedó ninguna de las tres
empresas empresa contratadas por el gobierno del Distrito Federal para el
mantenimiento. Afirman que avisaron oportunamente a la nueva administración del
gobierno del Distrito Federal que la decisión de usar los carros que compró CAF
generaría un mayor control y un sistema de mantenimiento más caro.
En palabras de
Quintana: “Aquí el problema fue de mantenimiento, y con el cambio de gobierno
en la ciudad. Los nuevos se enojaron de que el mantenimiento de esta línea iba
a ser más caro… ICA garantiza que el contrato está cumplido a cabalidad y
tenemos todos los documentos para demostrarlo. La operación y la decisión del
modelo de tren es ajena a nosotros”.
Agrega el
presidente de ICA: “Teníamos el compromiso de mantenimiento por un año, y en
ese tiempo hubo cuatro meses que no nos dieron los libramientos (permisos de
acceso) a las vías, y a veces sólo nos dejaban una hora”. Según el consorcio,
tienen todo documentado con el gobierno del Distrito Federal, desde la falta de
acceso a los mantenimientos necesarios hasta la opinión acerca de los trenes
que compró la CAF.
Frases importantes
en la conferencia despejan dudas sobre la participación de los contratistas;
las más importantes: “Nosotros les avisamos que ese modelo de tren sí iba a
funcionar en las vías, sólo que el costo de mantenimiento sí iba a ser mucho
mayor (Quintana)”.
“Sí opinamos
oportunamente sobre los trenes que eligieron y lo entregamos por escrito
(Angulo)”.
“Los trenes son
seguros y pueden seguir circulando perfectamente; de hecho, transportaron, ya,
a 190 millones de personas (Alonso Quintana hijo de Bernardo)”.
“Nunca vimos riesgo
de descarrilamiento (Quintana)”.
¿Qué hacer con Joel Ortega…? Es el
dilema en la oficina de gobierno de Mancera. El director del Metro desbordó en
la plataforma mediática las fallas en la Línea 12. Existen muchas formas de
presentar la información para darle soporte a una tesis; Ortega lo hizo, pero
Ebrard tomó las providencias al recopilar miles de documentos en un escándalo
que veía a corto plazo. En estos momentos, la animadversión desbordada del
director del Metro se convirtió en un verdadero dolor de cabeza para Mancera,
ya que Ortega fue más allá del golpe político, sin importarle llevar el
escándalo al punto de detener la operación y sugerir una nueva traza de ruta en
la Línea 12, lo que, se calcula, será una hazaña monumental en una
concentración urbana como la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.
El protagonismo de
Joel Ortega y su prejuicio con Ebrard ahora son parte del problema. Es
necesaria una visión objetiva, imparcial, para fincar responsabilidades sobre
posibles actos de corrupción. Mancera tendrá que hacer los cambios necesarios
para evitar cualquier sospecha de ejecución política. Ortega no es garantía de
esa imparcialidad necesaria.
¿Qué hacer con
Ortega...? Es la gran interrogante que tendrá que resolver Mancera a corto
plazo; es evidente la contaminación del caso por intereses
políticos-personales, pero, más allá de lo mediático y anecdótico, no se puede
jugar con la necesidad de cientos de miles de capitalinos.
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