domingo, 23 de marzo de 2014

El Metro, arma política de Joel Ortega

El presidente del Consejo de ICA fue enfático el jueves pasado: “Si hubiera existido el mantenimiento que recomendamos, no hubiera sido necesario parar la Línea 12 del Metro”.


QuéPasaColima.- El mismo día por la tarde, Enrique Horcasitas, el cesado director del Proyecto Metro, acudió a la cita en la Asamblea Legislativa del DF en calidad de ciudadano y leyó una posición sin aceptar preguntas: “Si tuviera algo que esconder, no estaría atendiendo su invitación; quiero aclarar que para la construcción de la obra hay dos contratos: Uno que es para los estudios y análisis necesarios, y, el segundo, el contrato y prestación de trenes, por lo que no hay relación entre uno y otro”.

Joel Ortega convirtió al Metro en arma política contra Marcelo Ebrard Casaubón, sin importar las consecuencias de retardar mantenimientos ni cancelar el servicio a usuarios. Un verdadero problema para el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera.

En la Asamblea Legislativa, Horcasitas aseguró que no participó en la licitación ni contratación de alguno de los dos proyectos; que éstos se encontraban firmados cuando él se integró. El presidente de la Comisión Investigadora de la Línea 12 del Metro de la ALDF, el diputado, de Nueva Alianza, Jorge Gaviño Ambriz, informó que el ex director del Proyecto Metro no quiso comentar ninguna respuesta de forma verbal. Los diputados entregaron por escrito las preguntas y en máximo tres días se dará respuesta.

El problema de  la Línea 12 se le convirtió en un tema de tribunales inquisidores gracias al proyecto mediático de Ortega de sacrificar en plaza pública a Ebrard Casaubón, quien puede ser responsable directo, indirecto, o no serlo, pero todo apunta a una ejecución política donde poco importarán los dictámenes técnicos. El jueves, el caso fue a parar a comisiones especiales en la ALDF y  las cámaras federales harán lo suyo en los próximos días, en donde la nota será de escándalo político.

El mismo jueves, Bernardo Quintana dio, en una conferencia de prensa junto con sus socios del consorcio que llevó la obra de la Línea 12, Cintia Angulo, de Alstom, y Antonio Gómez, CEO de Infraestructura y Construcción de Carso, su versión de la situación, en la que, dice, el golpeteo mediático en su contra es tan fuerte que le pegó al valor de las acciones.

Los ejecutivos señalan un trasfondo político en la decisión de parar el Metro, que, en realidad, no tenía nada que ver con cuestiones de seguridad, como se dijo. Las tres empresas afirmaron que la obra está totalmente documentada y terminada. Los problemas surgieron en octubre de 2013, cuando no quedó ninguna de las tres empresas empresa contratadas por el gobierno del Distrito Federal para el mantenimiento. Afirman que avisaron oportunamente a la nueva administración del gobierno del Distrito Federal que la decisión de usar los carros que compró CAF generaría un mayor control y un sistema de mantenimiento más caro.

En palabras de Quintana: “Aquí el problema fue de mantenimiento, y con el cambio de gobierno en la ciudad. Los nuevos se enojaron de que el mantenimiento de esta línea iba a ser más caro… ICA garantiza que el contrato está cumplido a cabalidad y tenemos todos los documentos para demostrarlo. La operación y la decisión del modelo de tren es ajena a nosotros”.

Agrega el presidente de ICA: “Teníamos el compromiso de mantenimiento por un año, y en ese tiempo hubo cuatro meses que no nos dieron los libramientos (permisos de acceso) a las vías, y a veces sólo nos dejaban una hora”. Según el consorcio, tienen todo documentado con el gobierno del Distrito Federal, desde la falta de acceso a los mantenimientos necesarios hasta la opinión acerca de los trenes que compró la CAF.

Frases importantes en la conferencia despejan dudas sobre la participación de los contratistas; las más importantes: “Nosotros les avisamos que ese modelo de tren sí iba a funcionar en las vías, sólo que el costo de mantenimiento sí iba a ser mucho mayor (Quintana)”.

“Sí opinamos oportunamente sobre los trenes que eligieron y lo entregamos por escrito (Angulo)”.

“Los trenes son seguros y pueden seguir circulando perfectamente; de hecho, transportaron, ya, a 190 millones de personas (Alonso Quintana hijo de Bernardo)”.

“Nunca vimos riesgo de descarrilamiento (Quintana)”.

       ¿Qué hacer con Joel Ortega…? Es el dilema en la oficina de gobierno de Mancera. El director del Metro desbordó en la plataforma mediática las fallas en la Línea 12. Existen muchas formas de presentar la información para darle soporte a una tesis; Ortega lo hizo, pero Ebrard tomó las providencias al recopilar miles de documentos en un escándalo que veía a corto plazo. En estos momentos, la animadversión desbordada del director del Metro se convirtió en un verdadero dolor de cabeza para Mancera, ya que Ortega fue más allá del golpe político, sin importarle llevar el escándalo al punto de detener la operación y sugerir una nueva traza de ruta en la Línea 12, lo que, se calcula, será una hazaña monumental en una concentración urbana como la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.

El protagonismo de Joel Ortega y su prejuicio con Ebrard ahora son parte del problema. Es necesaria una visión objetiva, imparcial, para fincar responsabilidades sobre posibles actos de corrupción. Mancera tendrá que hacer los cambios necesarios para evitar cualquier sospecha de ejecución política. Ortega no es garantía de esa imparcialidad necesaria.


¿Qué hacer con Ortega...? Es la gran interrogante que tendrá que resolver Mancera a corto plazo; es evidente la contaminación del caso por intereses políticos-personales, pero, más allá de lo mediático y anecdótico, no se puede jugar con la necesidad de cientos de miles de capitalinos.

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